Os presento esta piracanta, adquirida en una tienda agrícola hace más de 6 años en una maceta de plástico cuyo destino era, sin duda, decorar algún jardín funcional, y que por caprichos del destino acabó en mis manos a cambio de unos euros que me pidió el dueño de la tienda, antiguo conocido mío.
El árbol se mantuvo olvidado en la maceta de plástico, en tierra, dos años o tres años sin saber yo muy bien que hacer con él, hasta que me atreví a trasplantarlo en esta primera maceta de jade, le realicé algunas podas, ya que los brotes, gracias a un abonado y riego generoso. Lo trasplanté, creo que erróneamente en tierra volcánica tipo akadamada, creo no muy apta por su aridez, pero el árbol arraigó y se mantuvo allí durante más de 4 años.
Si acercas bien la vista, podrás apreciar un nebari incipiente y que la copa sobresale en exceso la maceta; además es inicio de marzo, dos factores que confluyen para proceder a un merecido trasplante a una maceta de jade más grande, esta vez en una tierra de mayor proporcionalidad en tierra volcánica, que permita una mejor oxigenación de las raíces para el mejor desarrollo capilar y el mayor crecimiento de la copa del bonsái.
Aquí está la piracanta en su nuevo hogar, una maceta de jade, en la cual estará unos años, creo que muchos, desarrollándose.
Aquí vemos el nebari del que se habló al principio como algo que estaba sugestionándose y que ahora está a plena vista, quizás el poco espacio de la maceta inicial hizo que se desarrollará.
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